¿Por qué una guía de suplementos?
Hoy en día, los suplementos alimenticios, vitaminas y minerales forman parte de miles de consultas diarias en farmacias, herbolarios y parafarmacias. Desde la clásica pregunta sobre “qué tomar para dormir mejor” hasta la duda sobre qué forma de magnesio es la más adecuada, contar con una guía clara y práctica es fundamental para dar una recomendación segura y basada en evidencia.
En esta guía encontrarás la información clave sobre los principales suplementos, sus usos, tipos, precauciones y cómo aconsejar a cada paciente de manera profesional.
¿Qué es un suplemento y cuándo recomendarlo?
Un suplemento es un producto que aporta nutrientes (vitaminas, minerales, aminoácidos, extractos vegetales, etc.) en dosis concentradas para cubrir necesidades específicas.
Cuándo se recomienda: en déficits nutricionales, situaciones de alta demanda (estrés, deporte, embarazo, envejecimiento) o como coadyuvantes en ciertas dolencias.
Cuándo no se recomienda: cuando la dieta es suficiente o cuando existen contraindicaciones (por ejemplo, interacciones con fármacos).
Suplementos más consultados en el mostrador
Magnesio: no todos son iguales
Una de las preguntas más comunes es “qué tipo de magnesio es mejor”.
Citrato de magnesio: buena absorción, útil en estreñimiento leve.
Bisglicinato de magnesio: recomendado para relajación muscular y sistema nervioso.
Óxido de magnesio: económico, pero con menor biodisponibilidad.
👉 En mi experiencia, muchas veces la elección depende de si el paciente busca mejorar el tránsito intestinal, aliviar calambres o dormir mejor. Explicar estas diferencias genera confianza y evita compras erróneas.
Vitamina B12: metilada o no metilada
La B12 es un suplemento clave en veganos, personas mayores o con problemas de absorción.
Metilcobalamina (metilada): forma activa, lista para usar por el organismo.
Cianocobalamina (no metilada): más estable y común, requiere conversión en el hígado.
👉 A menudo me preguntan cuál recomendar. Si el paciente tiene déficit marcado o condiciones que dificulten la conversión, suelo orientar hacia la forma metilada. En casos generales, la cianocobalamina puede ser suficiente.
Valeriana: más allá de “para dormir”
La valeriana se asocia con el insomnio, pero no todas las presentaciones son iguales: extractos secos, tisanas o combinaciones con melisa o pasiflora.
👉 Cuando alguien llega preguntando por “algo natural para dormir”, siempre aclaro que no se trata de un somnífero inmediato, sino de un regulador suave que mejora la calidad del sueño con uso constante.
Agua de mar: ¿moda o utilidad real?
Aunque poco conocida, el agua de mar purificada y envasada se recomienda como remineralizante natural.
Puede ayudar en casos de fatiga, deshidratación leve o recuperación deportiva.
No todos los pacientes la toleran bien, y no sustituye una hidratación convencional.
👉 He visto cómo sorprende cuando explicas que el agua de mar hipertónica y la isotónica tienen usos distintos: la primera para remineralizar, la segunda para hidratación suave.
Otros suplementos clave en consulta
Además de los ejemplos anteriores, hay una serie de suplementos que conviene dominar en mostrador:
Vitamina D: esencial para huesos y sistema inmune.
Omega-3: apoyo cardiovascular y cerebral.
Probióticos: equilibrio digestivo y defensas.
Proteína en polvo: recuperación y nutrición en personas con déficit.
Cafeína: energía y rendimiento (con precaución en hipertensos).
Preguntas frecuentes sobre suplementos
¿Los suplementos sustituyen la alimentación? No, siempre deben ser un complemento.
¿Se pueden mezclar varios? Sí, pero con criterio profesional para evitar duplicidades o interacciones.
¿Son todos naturales? No necesariamente: algunos son extractos vegetales, otros se producen de forma sintética.
¿Requieren receta médica? La mayoría no, pero siempre conviene consultar en casos especiales (embarazo, medicación).
Consejos para recomendar con seguridad
Escuchar primero: cada paciente es único, con hábitos y medicación distinta.
Explicar con claridad: diferenciar entre expectativas realistas y mitos (ej. “la valeriana no es un somnífero”).
Basarse en evidencia: usar guías y estudios actualizados.
Personalizar: recomendar la forma y dosis adecuada según necesidad (ej. tipo de magnesio).
Dar seguimiento: preguntar en futuras visitas cómo le ha ido con el suplemento.
Conclusión
La suplementación puede ser una herramienta muy útil, pero requiere criterio. Una guía práctica de suplementos no solo sirve para organizar información, sino también para acompañar mejor al paciente, ya sea en una farmacia o en una herbodietética.
En mi experiencia, el mayor valor no está en recitar beneficios genéricos, sino en explicar las diferencias prácticas: qué tipo de magnesio elegir, cuándo usar agua de mar, qué forma de vitamina B12 conviene o cómo tomar valeriana. Ese detalle marca la diferencia entre una venta más y un paciente fidelizado.
Con esta guía tienes las bases para dar respuestas seguras, claras y con autoridad profesional.